La calle empuja a ambos lados los edificios grisáceos y los balcones quedan cara a cara mirándose a los ojos.
Mujeres, carteristas y abogados se confunden entre la multitud cuando el sol incendia la ciudad.
En las esquinas los lustrabotas bostezan con cuidado de no tragarse ninguna mosca
Los televisores de los bares imantan las pupilas trasnochadas de los clientes.
La peatonal Florida fabrica parejas que van de la mano hacia plaza de mayo y ahí se pelean.
Taxis y automóviles perdidos que rechazan brújulas.
Los colectivos se desplazan por toda la ciudad sin temor de hacerle cosquillas a las calles.
Los subtes vomitan gente que después de una hora y media salen a la superficie sin saber si llueve.
En las esquinas de Almagro los kiosqueros parecen estar obligados a hablar sobre el último partido del domingo.
Sobre el asfalto humedecido de la calle Corrientes se pueden leer las carteleras de los teatros.
Y por la noche, cuando llego al departamento, un sonido de canillas mal cerradas imitan la voz del "Polaco" Goyeneche.
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