Mendoza, ciudad errante.
Confluencias de cúmulos recuerdos.
Tierra de enlunados espasmos
Extraño boomerang de palabras que siempre vuelven
Mendoza ciudad del sol y de la siesta, ciudad de gente
dormida
Glamour efímero, museo de cosas ya vistas
Mendoza, pariente cercano el cuál uno sueña cambiar
Mis lágrimas caen sobre tus veredas añorando un arte
invisible y cercado
Mendoza…madre con la que no puedo dialogar, hermana ausente
Si me tuviste en tu vientre…¿Por qué no hablamos el mismo
idioma?
Tus montañas me alucinan pero me tapan el horizonte, no
dejan ver a la gente mas allá de ellas. Fluctuantes paredes hacia lo infinito y
desconocido.
Pánico de adherir a lo inmóvil, de eyacularte ideas por
miedo a que te ofendas.
Mendoza, el zonda es tu bostezo que apaga la libido de la
creatividad
Tierra de vendimia y de gente que parece haber salido del
mismo molde, tibios ingredientes para una creación.
Máscaras, soledades, individuos que no conocen cosas
primordiales.
Mendoza, sedienta de arte y de llaves, escaladores sin cima,
sin poder ver nada desde lo alto, desde un vuelo de gaviota.
Mendoza, concubina mía…TE AMO… pero por favor no me
lastimes.
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