martes, 10 de junio de 2014

escenarios


La  soledad  pertenece a las obras teatrales bastante absurdas, ya que los actores carecen de público.
Hay veces que actuamos como si hubiese un telón abierto en frente
Pero cuando nos quedamos quietos observamos que no hay nadie ahí abajo, ni siquiera el acomodador. Entonces bajamos a las butacas para ver el escenario desde ahí, y de igual manera, no hay nadie. 
Es en estos momentos precisamente cuando lamentamos no poder compartir semejante
dramatización.

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