martes, 10 de junio de 2014

confesiones insensatas

Confesiones insensatas, veo en mis ojos mi mundo enjaulado, las celdas nacen de mi cerebro, barrotes de pluma de paloma agitan sus alas metálicas enseñándome a volar. 
Hace tiempo, cuando el tiempo ardía como el fuego, me infiltraba en la claroscura noche  y gritaba un hola a las olas, agitaba mis pupilas hacia el ocaso.
 Poco a poco vi el ardor de las almas y vi los témpanos de la soledad infinita. Vi el desfile de las cosas y aprendi a nadar en la lluvia. Mis manos se arrugaban ante las tinieblas y al tocar lo emblemático, las municiones apuntaban a algún resplandor lejano. Las veces que he derrochado proyectos con una serenidad que movía hasta los sauces del Yaham.
Ante mi esqueleto resonaban azares, peces, dialectos personales que mi sombra repartía al mundo. El pasto crecía reproduciendo su verdor y en las alfombras mi pena ambulaba como un fantasma. Las cejas se cerraban  con una llave caníbal que encendía el humo de la verdad. Debo confesarlo, el perdón tiene un sencillo y escaso valor  especialmente cuando el futuro se ríe de nosotros.

                                                                          8-06-03

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